Según Daniel Goleman, la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos, los sentimientos de los otros, motivarnos y utilizar adecuadamente las relaciones que mantenemos con los demás y con nosotros mismos.
El filósofo Miguel de Unamuno nos dejó muchos años antes un aforismo que resume la definición de Goleman: “piensa el sentimiento, siente el pensamiento”. Es decir, poner comprensión a nuestras emociones y sentimientos. Pensarlos, analizarlos, para después gestionarlos. Además, si somos capaces de alcanzar el privilegio de sentir nuestro pensamiento, estaremos, entonces, disfrutando de una muy buena inteligencia emocional.
En el café hicimos una diferencia entre emociones, sentimientos y sensaciones. Las emociones son corporales, son reacciones –normalmente espontáneas- ante alguna cosa que pasa. Nos ponemos colorados, se eriza la piel, mariposas en el estómago, etc.
En lo que respecta a las sensaciones, pues son impresiones que sentimos a través de los sentidos y que llegan hasta nuestro sistema nervioso. Sensación de frío, de calor, de disgusto, de alegría, de libertad, etc.
Los sentimientos, por su parte, son mentales. Son el resultado de pensar nuestras emociones y sensaciones. Sentimiento de culpa, de inferioridad, de superioridad, etc.
Pues bien, pensar todo esto es la inteligencia emocional, que se divide en dos: intrapersonal e interpersonal. La intrapersonal se divide, a su vez, en tres: autoconocimiento, autorregulación y automotivación. La interpersonal, por su parte, lo hace en dos: empatía y habilidades sociales.
Presentada la teoría, estuvimos dialogando largo y tendido, con la mayor asistencia de almas y corazones hasta la fecha, sobre todo, sobre el autoconocimiento, pues es la piedra angular de la inteligencia emocional. Sócrates dijo hace unos 2400 años aquel aforismo tan conocido de “conócete a ti mismo”. Y esto dura toda la vida e implica conocer no solo nuestros valores, creencias y prejuicios, sino también nuestras emociones, sensaciones y sentimientos. ¿Conocer el ego es fundamental para saber gestionarlo?
También hablamos bastante sobre la autorregulación, pues, sin duda, de poco sirve disponer de una inteligencia racional privilegiada si no disponemos de inteligencia emocional. Para la escuela filosófica del estoicismo, muy antigua también, no nos perturban las cosas, sino las opiniones acerca de ellas. Por tanto, podemos autorregularnos si sabemos interpretar bien la realidad. Esa interpretación, hoy se conoce que depende mucho de las funciones ejecutivas del cerebro. Funciones, por ejemplo, que alguien hiperactivo o hipoactivo tiene alteradas. Una buena utilización y entrenamiento de las funciones ejecutivas nos lleva a no reaccionar desproporcionadamente ante algo que sucede. Con buena inteligencia emocional, lo que hacemos es poner un momento de pausa entre acción y reacción. Autovaloración, autoestima u optimismo, por ejemplo, habitan aquí.
Sobre automotivación también dialogamos, sobre todo, en la orientación hacia los resultados a la que estamos sometidos. Nos olvidamos del proceso y nos centramos en el resultado. Esto puede desmotivarnos porque la motivación es extramotivación, mientras que si nos centramos en el proceso, sería automotivación. Hallar nuestro potencial es, sin duda, lo que más nos motiva. Aristóteles y Spinoza hablaron sobre ello. Por aquí deambula la proactividad.
También dialogamos, por supuesto, bastante sobre empatía, sobre la capacidad de entender las emociones, sensaciones y pensamientos de los demás como-si fueran los nuestros, pero sabiendo que son los de los demás. Apropiarnos de ellos ya no sería empatía, ni mucho menos. Solo escuchando sin juzgar seremos empáticos. A veces, no hace falta decir nada para serlo. Solo se requiere apoyo incondicional. Llegamos a la conclusión, entre todos, que estamos bastante faltos de empatía. Servicio a los demás, escucha, comprensión o diversidad, por ejemplo, se potencian aquí.
Y, por último, sobre habilidades sociales. Desde Aristóteles hasta el último libro de ética publicado, se ha hablado sobre ellas. Somos seres sociales por naturaleza, hemos de relacionarnos, sí o sí. Hacerlo de Verdad, con Bondad y de forma Bella solo está al alcance de las personas que trabajan y potencian su inteligencia emocional. Eso sí, las habilidades sociales no son una técnica, sino que se integran en nuestro modus operandi.
Pregunté cuánto tiempo le dedicamos al día a pensar nuestras emociones, sensaciones y sentimientos. Puedes intuir las respuestas.
Para terminar, tocaba escoger el tema del siguiente café filosófico. Lo teníamos que hacer sobre algún concepto en el que se den estas cinco competencias que estuvimos viendo. ¿En el sexo hay autoconocimiento, autorregulación, automotivación, empatía y habilidades sociales?
Pues he ahí, el tema del café filosófico de mayo, la SEXUALIDAD.