Este café filosófico sobre la Gratitud fue muy interesante porque pudimos comprobar claramente que una cosa son los modales y otra los valores.
La de modales es por educación y cultura, en la que no se profundiza mucho, pero que siempre es positiva. Se ofrece esa gratitud como recompensa por haber recibido algo. Hay quien no ofrece ni esta siquiera.
Después, está la gratitud más sentida, más interior, que se ofrece porque se siente uno plenamente agradecido. Es una gratitud que refuerza tanto la esencia como la existencia. No es “para quedar bien”, sino auténtica, sentida. Se ofrece de corazón.
En este último caso, la gratitud es como una ampliación de la felicidad. Es algo muy positivo, es compartir nuestros sentimientos con la persona o personas que han hecho algo por nosotros o que sin sus actos no podríamos sentirnos así. Es un acto que nos hace mejores, que nos hace SER.
También, en la medida en que es compartir, la gratitud afecta a las dos partes. Se puso como ejemplo, el alumno que después de varios años se encuentra por la calle con uno de sus profesores y le da las gracias por la importancia que ha tenido en su vida tanto la persona como lo que le transmitió como profesor. En este caso, ambos ven reforzada su existencia, su vida.
En este sentido, la gratitud refuerza la autoestima, pues no se queda en una simple gratitud social que, por supuesto, está muy bien y es absolutamente recomendable practicarla. Algo que, tal y como se dijo nada más comenzar, se está perdiendo.
Hablamos de lo contrario de la gratitud, es decir, de la ingratitud. Lo hicimos apelando a que es como la incapacidad de devolver. La ingratitud nos lleva al egoísmo. Estuvimos debatiendo mucho sobre esto, pues se expuso un caso concreto de una persona conocida de Figueres, que se la había ayudado cuando lo necesitó y luego cuando la persona que le había ayudado le pidió ayuda, esta no se la devolvió. Dio mucho juego…
Así mismo, se habló de la necesidad que a veces tenemos, o que hay personas que tienen siempre, de ayudar a los demás. Aquí la cosa ya es un poco más compleja porque en muchas ocasiones nos excedemos. En su defecto, dijimos que tampoco tenemos la capacidad de pedir ayuda en muchas ocasiones.
También se habló de una gratitud que va más allá de la física, de la emocional o de la social. Se habló de la gratitud espiritual. Esa que ofrecemos a algo que nos trasciende. Unos a Dios, otros al universo, otros a la vida, etc. Esta es la gratitud incondicional, pues no hay contestación, no hay un “de nada”.
En algo en lo que estuvimos bastante de acuerdo es que en los diferentes grados de gratitud que hay, y si es sana, siempre es ofrecida como un acto de amor. Dialogamos bastante sobre esto y como consecuencia de ello, decidimos que el próximo diálogo filosófico que tendremos en diciembre será sobre el AMOR, tema ya tratado al principio de esta aventura filosófica y popular hace casi 4 años, pero que requiere un nuevo encuentro filosófico.
Por otra parte, además de agradecer, he de pedir disculpas porque las fotos que hice han salido muy mal y no las compartiré. ¡Lo siento enormemente!
Nos encontramos en diciembre para dialogar sobre Amor.