Todos los problemas que tiene un adolescente se sustentan en la misma base: está desconectado de su identidad en al menos una de estas tres cualidades esenciales: Amor, Inteligencia o Energía. Es decir: Sentimiento, Comprensión y Actitud. Si lo está en las tres, se sentirá perdido, se convertirá en “ni-ni” o “simplemente” caerá en depresión. Si arregla la base, desaparecerán los problemas concretos. Si no lo hace, continuarán brotando problemas y más problemas.
Todos nos hemos desconectado en alguna de estas tres cualidades esenciales a lo largo de nuestras vidas. De hecho, desde el momento en que nacemos nos van dejando claro que lo importante no es quiénes somos, sino cómo nos comportamos.
Pues bien, estas desconexiones nos generan unas creencias en la mente que limitan nuestra felicidad y que son con las que operamos en la vida, cosa que en un adolescente se manifiesta de forma muy clara, porque es la época en la que está acabando de formar su propia identidad.
En cuanto a la desconexión del Amor, si el chico o la chica ha tenido carencia de amor o afectividad, se habrá generado en su interior un vacío que intentará llenar desde fuera. Es decir, no sabrá quererse a sí mismo, y exigirá atención y amor a los demás. Por supuesto, tendrá baja autoestima y será sumiso.
Respecto a la Inteligencia, ocurre algo parecido. Si ha ido escuchando que no es listo, que no llegará a nada, si se le compara con otros o si los profesores lo ignoran en clase, por ejemplo, entonces ese vacío provocará que se crea insuficiente, erróneo o incapaz. Creerá que su criterio no es correcto y su valía dependerá de los demás. Por tanto, tendrá baja autoestima. Y lo mismo ocurre si se le ha ensalzado como el más listo de todos. En este caso, le costará mucho admitir los errores y no sentirse superior al resto.
Por último, la desconexión de la Actitud provocará, por ejemplo, que sea reactivo, pasivo, que no sepa dosificar, que sea muy activo, que se exceda, que comience muchas cosas y acabe pocas, o que no se concentre. Esto puede estar provocado por comportarnos con él de forma ilógica. Un día, por ejemplo, no le decimos nada por algún acto que ha hecho y otro día lo regañamos en exceso por el mismo acto. También cuando los padres discutimos delante de él o cuando le hacemos esforzarse en demasía para conseguir algo. O a la inversa, le damos todo lo que pide sin que tenga que esforzarse. En cualquier caso, cuando no le salgan bien las cosas, se sentirá insatisfecho y, por tanto, tendrá baja autoestima.
En definitiva, intentará llenar el vacío creado en su interior con falsas cualidades o con patrones defensivos como la huida, la evitación o la queja, por ejemplo. Todo esto se detecta porque se vuelve susceptible, actúa de forma desproporcionada, tiene compulsión a la repetición, proyecta en otros su herida ocasionada por la desconexión o se refugia en alguien en concreto para sobrellevar esta época.
De manera que si ayudas al adolescente a conectarse a su identidad, te habrás ayudado. De lo contrario, te deseo mucha suerte.