Marta tiene problemas en el trabajo, problemas económicos, problemas sociales –no puede mantener el mismo ritmo de vida que llevaba- y problemas, como no, con su pareja.
Visto así, parecería que Marta está a las puertas de entrar en una depresión. Sin embargo, ya está saliendo de ella, ya no se medica. Un serio problema de ansiedad y de estrés había provocado que acudiera al especialista. Por suerte, la medicación ha hecho su efecto, aunque no haya solucionado sus problemas.
Pues bien, como no están solucionados, se ha buscado un sustitutivo mental para alejar sus pensamientos de dichos problemas. Se ha aficionado a la fotografía. Lo cuál está muy bien, pues mantiene su mente entretenida. Sin embargo, ha entrado en un encefalograma emocional prácticamente plano respecto a su vida. Solo se siente bien cuando está con su cámara fotográfica. Pero la realidad, por mucho que la quiera tapar, está ahí. Los problemas continúan ahí.
Desde un punto de vista filosófico, a Marta le convendría preguntarse cuál es su relación con el momento presente. Si no lo hace, corre el riesgo de debilitar más su interior. Y esto es así, porque ese sustitutivo que se ha buscado, que está muy bien, no será capaz por sí mismo de impedir que no recaiga de nuevo. Es su mente y no su cámara fotográfica la única capaz de soportar su interior.
Si Marta no cambia, continuará ausentándose de su propia vida. Y como esta ausencia es momentánea, puesto que el trabajo, la pareja, etcétera, están ahí cada día para recordarle la realidad, entonces se estará autoengañándo. Más pronto o más tarde, esa losa que pesa en su mente aplastará incluso la cámara fotográfica.
Por suerte para Marta, todos sus problemas tienen una solución común: ha de ser coherente con sus sentimientos. Necesita vivir de acuerdo a lo que siente. No solo a lo que piensa y lo que dice, sino principalmente a lo que siente. La cámara ayuda, la hace sentirse bien, pero no es suficiente.
Parecería que la coherencia es que hiciera lo que dice y que dijera lo que piensa. Sin embargo, ¿solucionaría así Marta sus problemas? No. Necesita profundizar más en su interior. Necesita tomar conciencia de lo que siente cada vez que aparece uno de sus problemas, necesita observar esas sensaciones y necesita, por encima de todo, vivir de acuerdo a eso que siente.
¿Hay armonía entre lo que siente y cómo vive? ¿Antepone lo realmente importante a lo secundario? ¿Dice “sí” siempre que ha de decir “sí” y “no” cuando ha de decir “no”? ¿Vive tal y como quiere vivir?
Cuando Marta responda con sinceridad a estas preguntas, se dará cuenta que por muchas fotografías que haga, que está muy, pero que muy, bien; nunca será feliz si no vive de acuerdo a lo que siente. Si necesita, por ejemplo, decirle a su pareja lo que la hace sentirse mal, pues tendrá que decírselo sin herir sus sentimientos.
La coherencia así entendida es un acto de amor hacia sí misma. Y por eso ha de ser coherente, ya que de lo contrario su autoestima no subirá y, si esta no sube, no se sentirá feliz.
¿Conoces a Marta?
J. Carlos Arroyo