Vives en una época excesivamente exigente y detallista. Exiges y te exigen a cada momento y en todos los ámbitos. Todos lo hacemos.
Los líderes exigen perfección a sus colaboradores. Los padres, mejores notas a sus hijos, mejor comportamiento, mejores amigos, que jueguen mejor a fútbol, que bailen mejor, etcétera.
Hay quien exige a su pareja que sea perfecta y, por supuesto, detallista. A sus amigos que estén ahí. A su familia que les ayuden o a sus terapeutas que les den soluciones, por ejemplo.
Incluso, hay quien llama expectativas a las exigencias sobre las personas. Las expectativas son sobre un libro, un regalo o una ciudad, por ejemplo, pero sobre las personas son exigencias.
Por no hablar de las autoexigencias, que si no tenemos poco con las de los demás, pues…
¡Cómo no van a pulular la ansiedad, la satisfacción y la depresión a sus anchas!