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Las exigencias te matan

les-exigenices-et-matenEstoy convencido que las exigencias te matan. Y no solo a ti, sino que son uno de los grandes facilitadores que tenemos las personas para ser infelices. Es más, diría que son el gran problema social, pues nos llevan a desencuentros constantes, llegando, incluso, a generar conflictos armados.

Y es que, si una exigencia es pedir algo a lo que crees que tienes derecho, se puede convertir, tal y como dice el diccionario, en una pretensión caprichosa y hasta desmedida. Solo hace falta que te pares un minuto a pensar y comprobarás cómo alguno de los últimos “conflictos” que has sufrido ha tenido que ver con las exigencias, bien tuyas hacia alguien o bien de alguien hacia ti.

En todo caso, exigencias hay de muchos tipos, por lo que me quedaré con tres que se dan en el ámbito de las relaciones entre personas: físicas, verbales y mentales.

Sobre las físicas, poco hay que decir. Ya sabes a cuáles me refiero, a aquellas que pides con agresividad y violencia. Cualquier persona maltratada físicamente sabe a qué me estoy refiriendo, que estoy seguro que, por desgracia, conoces a alguien que esté o que haya pasado por esta situación o, incluso, que sea el exigente.

En cuanto a las verbales, son una forma de pedir a los demás que te faciliten la vida. Lo haces con palabras y persiguiendo tu propio bien. Esto te ocurre porque no sabes procurarte la felicidad a ti mismo. Por tanto, les exiges verbalmente a los demás, a veces de forma desmesurada, que se comporten de una determinada manera. Así todo iría a tu antojo. Es el maltrato psicológico.

No obstante, las exigencias que más te matan son las mentales. Estas son la causa de tu desdicha, de tu ansiedad, de tu depresión, de tu infelicidad y hasta de tu suicidio. Exiges mentalmente que los demás no solo se comporten, sino que sean de una determinada manera que, por supuesto, solo tú sabes cuál es, cosa que roza el narcisismo. Es el maltrato ontológico (filosófico), pues se refiere al ser.

Puede, incluso, que confundas estas exigencias mentales con las expectativas. Sin embargo, van más allá, pues atañen a las personas. Las expectativas pueden ser sobre un libro, una ciudad o una película, por ejemplo, pero cuando es sobre personas se convierten en exigencias, aunque tú las quieras disimular detrás del término “expectativas”.

Y cuando esas exigencias que te has creado en tu cabeza no las cumple el otro, entonces aparece tu insatisfacción y tu desánimo sobre esa persona, que si es un familiar, un amigo o, sobre todo, tu pareja, te puede llevar a criticarla destructivamente e, incluso, a romper la relación que mantengáis.

Es que no debería chatear con nadie, es que debería haberme contestado antes, es que tendría que estar de mi parte, es que debería darme más cariño, es que me dice muy poco que me quiere, es que debería comprenderme, escucharme, estar ahí, etcétera.

En definitiva, le exiges a los demás que sean y se comporten de una determinada manera para tú estar bien. Es decir, pones tu felicidad en la forma de ser, de estar y de hacer de los otros. Por eso, cuando buscas llenar tus vacíos desde fuera, estás insatisfecho y no eres feliz.

Ahora bien, una cosa es preferir y otra exigir.

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