No sabía sobre qué escribir. Así que he puesto a Leonard Cohen en Spotify y, bueno, no sé, cualquier cosa menos «velocidad»…
¡Que lento que canta este señor! ¡No se aburrirá cantando! Subo el volumen a ver si se anima la cosa, pero nada, casi peor. Lo normal en agosto es estar animado y yo me pongo a escuchar al Cohen. ¡Esto no puede ser! Yo necesito velocidad si quiero ser normal. Sin velocidad no voy a ningún sitio.
Llevo dos canciones y ya necesito oxígeno. Ahora está sonando “Show me the place” o lo que es lo mismo, “Muéstrame el lugar”. Vamos a ver, señor Cohen, para qué le voy a mostrar mi lugar a nadie si, a este ritmo, cuando quiera llegar ya habrá cambiado de forma o quizá ni esté. Los lugares hay que visitarlos deprisa, cuanto más rápido mejor. Lo “Slow” no encaja en el mundo. Está obsoleto, es anacrónico. El mundo necesita “speed”.
Comienza otra canción de la playlist: “I’m your man”. ¡Ostras, no puede ser, me estoy volviendo loco! Cohen no puede ser mi hombre. Yo necesito más al coreano aquel del “Gangnam style”. Ese sí que le mete velocidad a la cosa. Y es que ni dinero ni nada, el poder lo tiene la velocidad. Ella solita dirige el mundo y nos domina a todos. ¡Dime a qué velocidad te mueves y te diré cuánto vales!
Ya estoy deseando que se acabe esta canción para ver si empieza otra que me levante de la silla de golpe y haga que me mueva. Si no me muevo rápido estoy muerto. Lo lento es para los mediocres. Yo soy rápido, soy un “lover” de la velocidad. Por cierto, la nueva que está sonando es “lover” y he aprovechado para montar esta última frase. La pondré de título, me gusta.
Pero volvamos al tema en cuestión, que me despisto con el ritmo desenfrenado que imprime Cohen. Y es que sin velocidad no soy libre. La velocidad me permite hacer lo que desee, clicar donde me apetezca, estimularme con lo que quiera, etc.
Vivo en un mundo de paradas, no de estancias, así que necesito moverme rápido y parar poco. No captaré nada bueno, no interpretaré la vida con calidad, me perderé infinidad de cosas y momentos bellos, no profundizaré en nada, iré estresado e incluso habrá quien me diga que la velocidad me predetermina y que no seré libre con ella, pero me da igual porque tengo el poder. Soy rápido. Me muevo muy deprisa. Llego a todas partes.
Ya suena la última antes de acabar este artículo: “That don’t make it junk”, “Que no lo conviertan en basura”. Este señor me mata, no vuelvo a escucharlo. Me desespera. Me invita a ir lento. ¿Qué pretende, que me convierta en algo no deseable, en algo que sobra, en un deshecho? Pero, vamos a ver, ¡cómo voy a ir lento en estos tiempos! ¡Me volveré loco si lo hago! Yo lo que necesito es velocidad y cuanta más tenga, de más calidad será mi vida.
En definitiva, he decidido poner todas mis neuronas y mis células a trabajar cada día y cada noche para que mi vida sea rápida. Solo tengo una, es cierto, pero me da igual, cuanto más rápido pase mejor. Una vida lenta es para mediocres y yo quiero ser normal. Quiero ser uno más generando caos con mi velocidad.
¡Uf, la que está sonando ahora…! Me voy corriendo. Adiós.
(Un poquito de ironía no va nada mal en estos días)
sera que eres joven aun…jajjaaj
lo bueno que es vivir a ritmo tranquilo, sin tener que demostrar nada, haciendo solo por el placer de hacer
todo llegara!!
…slowwwwww amigo
Hola, Àngels. Bones.
El text és irònic precisament per això, per veure com estem predeterminats per la velocitat.
Jo sóc més de slow, hehehe.
Gràcies, una abraçada.
Muchas gracias, Àngels,
No tan joven, je, je.