Partiendo de la base de que el único amor que sería capaz de solucionar todos los problemas de pareja es el amor incondicional, como muchas personas afirman, y sabiendo que este es un ideal, no hace falta ser muy inteligente para afirmar que el amor no basta para solucionar los problemas.
¿Por qué no lo consigue? No lo sé, pero sí puedo intuir alguna cosa desde la filosofía práctica. Así que explicaré, muy brevemente, la apuesta filosófica por el amor (tesis), la apuesta cristiana (antítesis) y me arriesgaré a ofrecer una síntesis de ambos, que sería para mí lo que haría que el amor lo solucionara todo en cuestiones de pareja.
Tesis: Decían los estoicos, Epícteto, Séneca y Marco Aurelio, entre otros, y el budismo en la cultura oriental, que para no sufrir por amor es imprescindible no apegarse al otro. De esta forma, nos mantendremos imperturbables cuando se acabe ese amor, ya que es muy probable que se acabe. Por tanto, para la filosofía estoica, el amor sería una “locura” si se apega a lo perecedero. Mejor “no pillarse”.
Antítesis: Después de los estoicos vino el cristianismo a hablarnos de amor. Como vino después, lo llamo antítesis, no por otra cosa. Pues bien, el cristianismo nos dijo, y continúa actualmente con el mismo mensaje, que el amor ha de ser para siempre. Que el amor ha de ser algo trascendental, algo por encima de las propias personas, que con amor se soluciona todo.
Por tanto, para ellos, el amor no es el problema, sino que es la solución. Es decir, mejor “sí pillarnos”, ya que ese amor nos hará sentir cosas en nuestro interior que de otra forma no podríamos experimentar.
Sin embargo, el amor así entendido sigue fallando y cuando se acaba se sufre mucho, e incluso antes de que se rompa la relación.
En esta línea, hay muchas otras tendencias actuales, no cristianas, que apelan a este tipo de amor incondicional. Un amor que nos viene del universo o de seres de luz o de ángeles o de otros entes trascendentes, pero que sigue fallando.
Por tanto, ¿nos pillamos o no nos pillamos? ¿O buscamos una tercera opción?
Síntesis: Si nos quedamos con el amor filosófico estoico, es muy probable que no llegáramos nunca a enamorarnos de verdad de otra persona. Si hemos de proteger nuestro corazón para no sufrir cuando esa relación comience a desaparecer, nos perderíamos esa capacidad de sentir lo mejor (y lo peor como nos dijo Platón).
Y si nos quedamos con el amor cristiano ideal, viviremos autoengañándonos en vida porque ese amor se debilitará, y no porque lo digan los estoicos, sino porque lo dice la realidad actual.
Por tanto, habría que unir ambas posturas si pretendemos crear una relación sentimental de alta calidad y alto rendimiento.
Pues bien, diría que la mejor forma de conseguir esa unión es a través de la autoestima y de la admiración. Si las dos personas tienen una buena autoestima, ese amor ideal se convertirá en real, disfrutando de esos bellos y placenteros sentimientos, no dependerá de ningún otro ente aparte de los dos amantes y no habrá ninguna dependencia ni apego.
Y en cuanto a la admiración, resulta interesante intuir que si alguien admira a su pareja por lo que hace, por lo que piensa o por sus valores, por ejemplo, y ella hace lo propio con el otro o la otra, entonces ambos crecerán como personas a su ritmo particular. Y si crecen juntos, el amor crece con ellos. Cada uno mejora al otro.
Es decir, nos amamos a nosotros mismos de forma muy sana y por eso somos capaces de amar a nuestra pareja de forma casi incondicional. De esta forma, el amor nos trascendería y gestionaríamos muy bien el sufrimiento en caso de que ese amor muriera, porque no nos vendríamos abajo tan fácilmente.
¿Cómo estás de autoestima y de orgullo? Es decir, ¿controlas a tu ego o te controla él a ti?