Cafés filosóficos

XXIII Café Filosófico – la Soledad

La definición que escogí se refería a algo físico. Se quedaba muy corta, pues solamente uno no está solo, sino que también se siente solo. Este sentir, ya afecta a la mente y al corazón. Es algo psicológico y, por supuesto, filosófico. Esto fue lo primero que se dijo después de leer el poema que una amiga filósofa escribió para el café relacionando Soledad y rebeldía.
¿Cómo continuar? Pues diferenciando entre soledad buscada y soledad encontrada, entre soledad por decisión o soledad por obligación. La que angustia es la soledad encontrada, la que aparece sin esperar, por una pérdida de alguna persona que te acompaña o de algún animal.
La Soledad por rebeldía tiene más que ver, con la soledad que necesitas porque no aceptas la compañía de alguien. Porque quizá moleste. En su versión más radical, este tipo de libertad rebelde puede acabar en fobia social. Alguien que únicamente puede vivir solo porque no quiere relacionarse, porque no le gusta relacionarse. Desafiando con ello a Aristóteles que como bien nos dijo, las personas somos animales sociales. Necesitamos vivir en sociedad. De hecho, se llegó a la conclusión, evidente por otra parte, de que nunca estamos solos del todo.
Sin embargo, siempre estamos solos. Eh ahí una paradoja que tanto nos gusta a los filósofos. Lo que nos llevo a decir que si siempre estamos solos o que estaremos solos más de una vez en nuestra vida, ¿por qué no se educa a los niños para saber estar solos?
Hay quien no soporta estar solo y quien no soporta estar solo consigo mismo porque no se acepta. Hay también, como se apuntó, que hay una soledad hipócrita, que es aquella que se presume de ella en sociedad, pero al volver a casa te sientes mal estando solo.
En un mundo hiperactivo, donde necesitamos estar siempre haciendo cosas, nos resulta muy difícil y agobiante estar solos. Podemos estar solos, si sabemos que en poco rato estaremos acompañados.
Por otra parte, las redes sociales nos aíslan en casa, pero nos conectan con otros. Otra de las paradojas.
Después hay una soledad que se relaciona con creatividad, con el momento creativo. Muchos artistas, escritores o músicos, por ejemplo, necesitan estar solos para inspirarse.
En cualquier caso, lo que estuvimos muy de acuerdo es que el sentirse solo es lo verdaderamente problemático. Es una sensación que puede producir innumerables emociones, que nos pueden llevar, a su vez, a estados de ansiedad e incluso depresión. Filosóficamente, esto se supera viviendo de acuerdo a tu auténtica identidad, porque viviendo así estás centrado contigo mismo y aunque estés solo no te sientes solo. Por su parte, una buena inteligencia emocional intrapersonal es fundamental para gestionar bien esas emociones y esa sensación de soledad. Si vives de acuerdo a tu propia identidad, te sientes pleno y si te sientes así es que no te hace falta nada ni nadie. Eres independiente y esto te permite ser interdependiente con los demás cuando lo estimes oportuno.
Se habló de individualismo, donde diferenciamos que hay un individualismo muy sano. Si no somos capaces de estar solos, de cuidarnos, de mirar por nuestros intereses, es muy difícil que luego podamos vivir en sociedad. Rousseau estaría contento.
Se dijo que aunque necesitamos muchas veces estar solos para analizar nuestra vida o para pensar un hecho concreto, a veces no sabemos decir que “no” a alguien que quiere ayudarnos prestándonos su compañía. Eh ahí, el próximo tema para el café filosófico de abril: “Saber decir NO”.

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