Decía Aristóteles que el hombre es un zoon politikon. Es decir, un animal político. El término “político” viene del griego polis, que se traduce por “ciudad”. Por tanto, el hombre es un animal ciudadano, cívico, social. De lo que se deduce que necesita vivir en sociedad, a pesar de que actualmente predomine el individualismo. Individualismo que, desde un punto de vista filosófico, no tiene porque ser algo negativo, sino todo lo contrario.
Y es que si no soy capaz de amarme a mí mismo, no seré capaz de amar a otros. Si no confío en mí, no podré confiar en los demás. Si no me cuido, no podré cuidar a nadie, etc.
De manera que primero estoy yo y luego está el resto. Es decir, que he de entender que ellos están en la misma situación que yo y que, por tanto, no puedo pedirles lo que yo no sea capaz de darme a mí mismo. De igual forma que no puedo pedirles que dejen sus cosas y su tiempo a un lado para dedicarse a mis cosas y a mí. O en otras palabras: nadie cuidará de mí, excepto yo mismo.
Además, en esta época caracterizada por la velocidad y el movimiento, ya no hay estancias. Lo que hay son paradas. No hay nada ni nadie para siempre, excepto mi propio ser. Todo es eventual. Incluso mis pertenencias son efímeras. Es decir, que lo único que poseo es a mí mismo, por lo que he de cuidarme al máximo. He de ser individualista y he de vivir de acuerdo a mi auténtica identidad para tener solidez. O lo que es lo mismo, filosóficamente está muy bien que sea individualista, siempre y cuando trate a los demás con respeto y no los utilice para mi propio desarrollo personal o para lograr mis ambiciones.
Ahora bien, esto sería lo ideal, pero, lamentablemente, para la gran mayoría no es así. En la realidad, no sabemos cuidarnos a nosotros mismos como tendríamos que hacerlo. Por lo que de ese individualismo sano y muy recomendable, podríamos pasar a un narcisismo patológico. Si el individualismo potencia el “yo auténtico”, el narcisismo hace lo propio con el “yo superficial” o ego.
¿Cómo se distingue al narcisista? Es alguien que siempre está satisfecho de sí mismo, que no suele escuchar a los otros ni se interesa por ellos, que ignora su propio mundo exterior. Además, suele exaltar en demasía una parte de su persona: su belleza física, su inteligencia, su riqueza, su fama, etc. Lo importante es él mismo. El resto: pareja, familia, compañeros o amigos, por ejemplo, son secundarios e inferiores.
De manera que nos conviene trabajar mucho nuestro interior para no arriesgarnos a caer en el narcisismo. De lo contrario, podemos crearnos una patología, porque no aceptaremos críticas y porque trataremos a los que nos critiquen como personas inadecuadas para nuestra vida. Por tanto, si cayéramos, nuestro mundo exterior sería algo amenazador, nocivo y agresivo. Estaríamos mentalmente enfermos.
En este caso, ¿nos daríamos cuenta del daño que estaríamos haciendo a nuestra objetividad, a nuestra propia razón?
¿Crees que tiene el narcisismo algo ver con el individualismo del zoon politikon?
J. Carlos Arroyo
Se me ocurre que el reconocimiento es un pilar importante para vivir en sociedad. Por supuesto que el hombre está desgarrado entre lo individual y social. Esto produce angustia pero es necesario para convivir bajo la ley. Yo creo que sin ese llamado zoon politikon los avances sociales, tecnológicos, humanos no existirían. Para ser quienes somos necesitamos de un Otro. Desde que entramos al mundo nos recibieron y humanizaron con una caricia, una mirada, en muchos casos; al nacer nuestra madre fue la primera que reconoció nuestro ser. El amor es el vehículo más importante para un desarrollo sano y reconocer a un semejante como autentico otro. El narcisismo está lejos de este valor. En este caso lo individual toma el primer lugar olvidadose que el verdadero sentido es brindado por lo social. Aunque desde lo individual somos seres únicos e irrepetibles y necesitamos también meditar para saber quienes somos.
Muchas gracias, Marisa.
Tienes mucha razón. No podríamos vivir sin el otro. Es decir, el otro es nuestra razón de ser. ¿Qué hace el narcisista? Pues ignorar al otro, hacerlo invisible. esa invisibilidad está, desde luego, muy alejada del amor, como bien dices.
Saludos.