Cafés filosóficos

XXVI Café Filosófico – Empatía

En una de las fotos de este álbum está una de las descripciones que hace Daniel Goleman sobre la empatía. La podéis encontrar en su libro “La inteligencia emocional en la práctica”.

Con este café filosófico inauguramos la nueva temporada. Ya llevamos 26 encuentros. Este último fue el que más duró. Más de dos horas dialogando sobre el concepto de Empatía. Como siempre, tuvimos que recurrir a otros conceptos para darle forma al concepto principal. Hablamos sobre solidaridad, sobre amor, sobre comprensión, sobre inteligencia emocional, sobre comunicación, sobre generosidad, simpatía o sobre escuchar, por ejemplo. Y, como siempre, no llegamos a un consenso al respecto. ¡Qué bonita es la filosofía!

Vinieron a compartir sus opiniones y sensaciones varias personas nuevas. Estábamos casi una treintena. Lo cuál engrandece más esta bella labor de llevar algo de filosofía a la calle, al bar. Sin ellos, y sin los que repetían, nada de esto tendría sentido ni sería posible. No puedo dar más que las gracias.

De manera que expliqué en qué consiste un café filosófico para después leer la descripción de Goleman. Si bien, quise aportar algunas cosas filosóficas dichas con anterioridad a Goleman. Por ejemplo, desde Aristóteles sabemos que el ser humano es un ser social por naturaleza. Hemos de vivir en sociedad y sin empatía la cosa es mucho más compleja.

Después, los estoicos, por ejemplo, dijeron, aplicado a la comunicación entre personas, que cuando escuchamos debemos tener la capacidad de hacer epojé, de suspender parcialmente el juicio, de escuchar de forma incondicional, sin valorar lo que el otro nos confía mientras lo escuchamos. Además, también nos dijeron que en la interpretación habita el posible error o mal entendido.

Kant, por su parte, nos dijo que hemos de tratar al otro como un fin en sí mismo y nunca como un medio. Es decir, que seremos empáticos cuando comprendamos que cuando alguien nos confía un problema, una tristeza o una alegría, es su momento y no debemos utilizarlo para nuestro interés. Esto apareció bastante durante nuestro diálogo, pues se decía que se puede ser empático para el propio interés, lo cuál dio mucho juego, claro.

Para Buber, por ejemplo, el otro es mi razón de ser. Es decir, solo podemos ser empáticos si existe el otro. Si, como varios defendieron, la empatía es un don, es algo innato; nunca, nunca, la podríamos practicar sin el otro. Por tanto, el otro es mucho más importante que nosotros mismos, por muy empáticos que podamos ser.

La empatía da solución a muchos problemas de comunicación y no solo de comunicación. Se trajo a colación el arduo tema de los refugiados de Siria. Si nos falta empatía, si solidaridad y empatía están ligadas, si empatía y generosidad también están ligadas o si son cosas diferentes. O, por ejemplo, si somos capaces de hacer empatía y comprender lo que sienten esas personas solo viéndolo por la televisión o si realmente solo es posible la empatía desde el contacto cara a cara.

Unamuno pondría un buen broche con su frase “piensa el sentimiento, siente el pensamiento”. ¿Podemos ponernos en la piel del otro, llegando a saber lo que siente, si no somos capaces de conocer bien nuestros propios sentimientos?

Hubo quien dijo, en la línea de Búber, que para ser empáticos necesitamos trascender nuestro propio “yo” para poder comprender qué siente y qué piensa la persona que nos está confiando sus cosas. Si es así, la conclusión nos llevaría, dijo, a entender que la empatía pura es lo mismo que el amor incondicional. Ser empáticos de esa manera es amar incondicionalmente al ser humano en general.

También se dijo que había distintos grados de empatía. Hubo quien lo negó. La empatía o se hace o no se hace. Si se hace a medias no es empatía, será pseudoempatía u otra cosa. En cualquier caso, un buen ejercicio de empatía es intentar comprender al otro cuando estamos en un conflicto con él o con ella. Por ejemplo, en una discusión de pareja.

Se dijo también, lo cuál a mí personalmente me pareció muy interesante, que cuando se lee una novela solo se llega a comprender bien a los personajes cuando se hace empatía con ellos. De la misma forma que el autor de dicha novela tiene como arte conseguir con palabras que sus personajes empaticen con el lector.

Al final, dudábamos si hablar sobre la “Envidia” o sobre la “justicia”, no jurídica, sino sobre lo que es justo, para el próximo café filosófico de octubre. Elegimos hacerlo sobre la ENVIDIA, ya hablaremos sobre justicia en otra ocasión. Así que os esperamos allí para profundizar sobre este concepto.

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